domingo, 6 de mayo de 2007

Pedacitos


Sigo buscando el pegamento, ese ungüento mágico que pegue mis pedacitos, ya he probado varios de ellos que hacían crecer en mi la esperanza, pero todos ellos tenían el mismo precio, un alto valor que no podía permitirme, por eso, como un jarrón chino pegado con chicle, con poquito de ellos pegaba las fisuras que medio cerradas sujetaban un fragmento al otro, formando ese todo; todo que ante cualquier viento en contra se resquebraja de nuevo por las viejas fisuras, desprendiéndose lentamente, como piedra por acción del hielo, cayendo en espiral descendente hacía un pozo que absorbe sin parar. Pero sigo en mi intento de conseguir ese todo compacto, recogiendo los trozos y guardándolos en mi zurrón a la espera del tan ansiado conglomerante. Zurrón que cuelga del cuello de mi alma, estrechando el paso del oxigeno que me ayuda a correr hacia un mundo mejor, pero mi alma sigue viva a pesar de los latigazos del dolor, que acompasados bajo el ritmo de mis peores pesadillas, van penetrando en mi piel y en mis entrañas, dejando entrever el interior de mis debilidades, cuyo núcleo no es más que líquido lacrimal, que se desparrama y se seca, dejando restos blanquecinos de amargura que de arriba a abajo muestran el camino más fácil, el de la línea recta, el de la caída al vacío. Pero ese no es el estilo a seguir, hay que zigzaguear antes de llegar al final, ante la nada o el dolor, siempre elijo el dolor, porque por muchos pedacitos que llegué a aglutinar algún día llegará ese pegamento.


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